Entrar al Café Tortoni es sumergirse en un pedazo de la historia Argentina. En sus 150 años, pasaron periodistas, artistas y actores bohemios que luego fueron muy importantes en nuestro país. Hoy es el reducto de turistas y costumbristas que adoran la cultura en todos sus sentidos.
El escritor Jorge Luis Borges, la poeta Alfonsina Storni y el cantante Carlos Gardel tienen su mural de reconocimiento allí. Junto con otros artistas contemporáneos, pidieron prestado el sótano del Café Tortoni para organizar eventos culturales, lecturas de poemas y tocar música. Al dueño del lugar, Celestino Curutchet, lo convenció la idea porque ellos podían reunir más gente que lo habitual.
Así se armaba el culto entorno al mítico café, que fue escenario de las epopeyas culturales más relevantes de aquellos tiempos y cuna de artistas argentinos reconocidos en todo el mundo.
La vez que conocí el Tortoni fue por casualidad, cuando salía desorientado del Subte buscando una dirección. Caminé por Avenida de Mayo hasta que dí con su fachada, que me cautivó con sus siluetas sofisticadas.
Entré sin vacilar. Las mesas de roble y mármol verde dónde alguna vez se habían sentado Gardel y Borges a componer y escribir, aún estaba ahí. Sólo que ahora estaban ocupadas por turistas de todo el mundo (alemanes, gringos, polacos), que buscaban resucitar ese momento único. Yo estaba ahí por lo mismo y hasta tuve la sensación de que viajaba atrás en el tiempo.
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